BARRO como material de construcción

En un mundo construido con acero, concreto y polímeros, el barro parece irremediablemente salido del mercado de la construcción seria.

¿Barro? ¿Que no es con lo que se hacen mascarillas las mujeres para tersar la piel, o no es donde se revuelcan los cerdos cuando hace calor?

Lo cierto es que es un material tan maleable, duradero y agradable a la vista que ha trascendido a través de la historia como elemento en la construcción, en todas las culturas del mundo.

Un gran ejemplo son las mezquitas de barro de Djenné y Tombuctú en Mali, que construidas en 1325 tuvieron que ser recontruidas hasta 1907

Tombuctú, Mali. Djenné, Mali.

El barro es el material elegido en muchas comunidades para formar poblaciones enteras, como Bam (Irán) desgraciadamente devastada en 2003 por un fuerte terremoto, otra ciudad es Ouarzazate en Marruecos (una localidad muy exótica al sur del país que ha aparecido en varias películas), y Shibam en Yemen, el Manhattan del desierto árabe, donde edificios altos de barro están de pie desde el siglo II antes de Cristo, donde visto desde afuera debe ser embriagante tal escenario, ya que se concentran alrededor de 500 edificios de hasta 11 pisos y 30 metros de altura, todo esto rodeado de montañas

Ouazazate, Marroc. Shibam, Yemen.

Aunque por supuesto el paso del tiempo ha deteriorado muros por el uso de electrodomésticos modernos, inundaciones y un ataque de Al-Qaeda en 2009, sin embargo el barro ha demostrado ser un material de construcción durable y bello, y por alguna razón los sitios donde se construye con barro casi siempre son de clima extremoso y muy calurosos, lo que ayuda el barro a lograr espacios más térmicos y frescos.

El barro constituye entonces un recurso intransformable e insustituible que perdurará en los tiempos como opción para hacer arquitectura orgánica